Apología del silencio

El silencio nos conduce al enfrentamiento de nosotros mismos, se impone y nos obliga a escucharnos. Un pueblo escandaloso o sumido en el ruido no puede reflexionar sobre sí mismo, necesita del ejercicio de la moderación. Sin silencio no se puede pensar. Es preciso callar lo de afuera para escuchar lo de adentro. A veces callar es un modo de protesta. 
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